EL CALOR Y LA ANSIEDAD

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El aumento de las temperaturas que tiene lugar en los primeros días de verano provoca en todo individuo un esfuerzo corporal para tratar de mantener la temperatura interior acorde con la exterior, lo que puede tener consecuencias cerebrales que deriven en un aumento de la ansiedad y en problemas para conciliar el sueño.

La temperatura externa que el cuerpo necesita para dormir bien es aproximadamente 21 grados y con más calor se produce una hiperactivación del metabolismo para adaptarse y una activación cerebral que da lugar al citado incremento de los trastorno del sueño y la ansiedad.

Ambos trastornos, ansiedad y falta de sueño, se complementan y se potencian el uno al otro, dando lugar a una espiral que es necesario frenar a tiempo para evitar posibles crisis.

De todos modos no hay que alarmarse puesto que se trata de un síndrome adaptativo que desaparece a los pocos días de surgir los primeros síntomas. De hecho, aunque en agosto las temperaturas suelen ser más altas que en julio, en estos días el calor afecta en mayor medida. Ahora nos estamos adaptando al cambio de temperatura, mientras que en agosto, ya estaremos más acostumbrados.

Una buena medida para que esto no nos afecte es no preocuparse por dormir mal 2 o 3 días por estos motivos ya que el cuerpo humano está más que preparado para superar esta circunstancia.

Lo mejor que podemos hacer es no empeñarnos en dormir e irse a la cama solo y exclusivamente cuando tengamos sueño.

Dar vueltas en la cama, pensando que no nos dormimos, no hace sino reforzar el sistema de alerta y nerviosismo de nuestro cerebro, con lo que dormir se hace tarea imposible.

Mucho éxito y buena semanna