La palabra renunciar generalmente nos genera cierta angustia. Asociamos renunciar a perder, no todo el mundo es capaz de hacerlo. Generalmente organizamos nuestra vida aferrándonos a cosas y personas, una casa, una familia, un trabajo,… y de pronto todo eso pasa a ser imprescindible y no concebimos la vida sin ello, por eso nos cuesta renunciar. Es curioso como algunas veces tenemos muy claro que no queremos seguir en un trabajo o con una pareja o en una ciudad pero no somos capaces de renunciar a ello porque forma parte de nuestras raíces y tenemos la creencia de que vamos a perder aunque tengamos la completa seguridad de que no es lo que queremos. Que curioso como funciona nuestra mente, no quiero esto pero tampoco quiero renunciar, más vale malo conocido que bueno por conocer, todo esto no es ni mas ni menos que el miedo atroz a salir de la zona de confort, experimentar, avanzar, aprender.
Sin embargo la experiencia nos dice que cuando nos armamos del valor suficiente y renunciamos a aquello que creemos imprescindible pero no lo es en favor de lo novedoso, acertamos plenamente. Al fin y al cabo la vida es esto, tomar decisiones, dejar ir y madurar.
Cuando hablamos de renunciar no solo hay que hacerlo a cosas o a personas, también a creencias e ideas que nos limitan, que no nos permiten avanzar. Algunos de los enfoques sobre la vida que nos han funcionado durante un tiempo de pronto dejan de ser adaptativos, empeñarse en mantenerlos a cualquier precio nos mantendrá en la misma situación sin permitirnos crecer, es muy liberador relativizar esas creencias que nos han acompañado siempre para poder deshacerse de ellas cuando ya no nos sirvan y cambiarlas por otras más acordes a nuestra nueva forma de ser y de ver las cosas.
Dejar ir sin complejos ni culpa
También conviene no aferrarse a la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor, el pasado pudo ser increíblemente bueno pero hoy es hoy y una cosa está clara, aquello no va a volver….¿y? no se trata de olvidar, podemos acordarnos de esos momentos y sonreír sin necesariamente renunciar a vivir el ahora.
La calve es renunciar a repetir el pasado no renunciar a vivir aquí y ahora.
Ocurre lo mismo con las personas que se aferran a un pasado que les hizo daño, como si estar continuamente alerta fuera a impedir que las cosas se repitan, como decía, olvidar no es adaptativo, recordar que una situación o una persona me ha hecho daño permitirá que sea más difícil que vuelva a ocurrir, por el contrario anclarme al pasado y tenerlo tan presente que no me deje ver más allá impedirá que disfrute de hoy y repetiré probablemente los mismos errores.
Tener el valor de renunciar a situaciones,personas, pasado y creencias que ya no me sirven hoy da miedo pero me permite crecer y adaptarme, ser mejor persona y más feliz.
Mucho éxito y feliz semana